sábado, 29 de septiembre de 2012

Fray Antonio Puigjané "un Hermano menor"



Fray Antonio Puigjané



un "Hermano menor"


Fray Antonio Puigjané es uno de esos sacerdotes, que empujado por su inmenso amor al prójimo, y a su fe cristiana, se encontró inmerso en el devenir histórico de nuestro país y nuestro pueblo.
Lo que sigue, es un breve resumen de la vida de este ser humano especial, que a pesar de los inconvenientes con los que tuvo que lidiar, sigue apostando a la vida, y al ejemplo de su inspirador San Francisco de Asís.

Historiadores: Antonio, cuentenos: ¿cómo fue su niñez?, ¿cómo era su familia?

Fray Antonio: como la de un chico de barrio, en Córdoba. Tuvimos la desgracia de que papá, cuando nació mi última hermana, se fue a buscar trabajo y no volvió más. Habíamos quedado en muy mala situación económica, cinco chicos, mi mamá y él; y él dejó todo lo que tenía, y se fue a buscar un trabajo para mantenernos, y le fue muy mal; se vino a Buenos Aires, y no encontró nada. Con esa carga de cinco hijos, ya en ese momento, era difícil encontrar algo.
Después me relacioné mucho con él, por que durante todos mis años de estudio, era el único que me visitaba, por que el resto de la familia no podía venir por razones económicas. Durante los ocho años de Seminario en O´Higgins, que era donde estudiaba,  un pueblito entre Junín y Chacabuco, a 30 kilómetros de cada uno.

H: ¿a que edad decidió abrazar la fe cristiana?
F: a los once años, estaba por cumplir los doce

H: ¿qué lo llevó a tomar ese camino?
F: pienso que son cosas que tienen que ver con la fe, son cosas de Dios, por que yo no entendía nada de lo que era la fe. Mi deseo antes que ser Franciscano, era el de ser Sacerdote, de hecho en todas las cartas que me escribió mi mamá durante el seminario, me ponía que le pedía a Dios que llegara a ser un santo sacerdote. Yo ni pensaba en ser “Hermano Menor”, eso lo descubrí después de mucho tiempo, a pesar que estaba empeñado en que fuera con los Capuchinos.

H: ¿por qué los Capuchinos?
F:  por que era Monaguillo en la iglesia del Sagrado Corazón en Córdoba, una iglesia hermosísima, hecha por León Ferrari, ese artista tan cuestionado.
Yo le escribí algunas cartas, y después nos hicimos muy amigos con León Ferrari, y él me mandó varios tomos de sus obras, y la obra de su padre, Augusto Ferrari; dedicado a hacer obras clásicas.

H: ¿ de que tipo?
F: por ejemplo el patio de esta Iglesia (Virgen del Rosario de Nueva Pompeya), un patio muy popular, donde viene mucha gente, le llaman “el patio de la Virgen”, y todo hecho por él, lo mismo que el camarín de la Virgen, arriba, hecho por León Augusto Ferrari.

H: entonces, ¿ por qué eligió ser “Hermano menor”, y por que Capuchino?
F: es un misterio, calculo por que me parecieron buena gente, los Frailes Capuchinos que estaban en el “Sagrado Corazón” de Córdoba.
Mi mamá era maestra en un colegio de Franciscanos, y cuando se enteraron por ella, que me iban a mandar a un seminario de los Capuchinos aquí en Buenos Aires,  le dijeron: “pero señora es un disparate, si aquí tiene a la vuelta de su casa un colegio donde nosotros tenemos alumnos, y nosotros mismos somos “Hermanos menores” Franciscanos, después cuando sea más grande puede elegir, y pasar a otro, por ahora mándelo aquí con nosotros”. Pero yo no quise saber nada, me parece que un poco, así humanamente, tenía incidencia la ilusión de viajar a Buenos Aires; era el año 40, y era toda una odisea, para un chico venir aquí era algo grandioso, fuera del alcance de un chico de esa edad.

H: ¿qué vio en San Francisco de Asís que lo conmovió?
F: no era por nada de eso, yo era muy ignorante de lo que era ser “Hermano menor”, era por la simpatía por los “hermanos” que estaban ahí; eran todos Vascos, muy buena gente. Hoy es San Fermín (7 de julio del 2012,día en que se realizó la entrevista), un día muy especial para los Vascos; se sueltan los toros que corren por las calles.

H: usted es y fue un activo militante por los DDHH
F: intenté si hacerlo, pero muy de corazón

H: ¿su papá se halla “desaparecido”?
F: si, fue gracias a las acusaciones de Monseñor Plaza; que a tres Capuchinos, nos echó de Mar del Plata, de la villa “Martillo chico”; Marcelo, Jorge y yo. Y papá, que estaba muy triste por eso, empezó a visitarnos todos los fines de semana en San Miguel, donde teníamos una casa, con su Iglesia.
Uno de esos fines de semana, salió de su casa en Caballito, fue a un mercadito a comprar una palta para el almuerzo, y no volvió nunca más.
Todos los familiares de él, intentaron averiguar algo, hablaron con los vecinos, pero ninguno decía nada; pero después de un tiempo, varios vecinos les dijeron que entre cuatro hombres lo habían metido de golpe adentro de un auto, y habían salido a toda velocidad.

H: ¿eso en que año fue?
F: en el año ´72

H: era el final de la dictadura de Lanusse...
F: si, y tuve la confirmación de que se lo habían llevado las Fuerzas de Seguridad,  por que cuando lo mataron a Angelelli, fueron del Ejército allá a hablar con él, y le entregaron una carta mía, a mi papá, que yo sabia que la llevaba siempre en el bolsillo, por que le gustaba mucho, y siempre la leía, donde yo le contaba todas las cosas que estaba haciendo Monseñor Antonio Plaza, que había ido como administrador apostólico a Mar del Plata, y en poco tiempo hizo un montón de desastres. Entre esos desastres nos echó a nosotros como subversivos, como perturbadores de la comunidad.
Él era Capellán de la Policía, muy conocido en ese entonces, y los milicos tuvieron muy en cuenta eso, seguramente a mi padre lo vigilaban, y al ver que los fines de semana él iba a vernos a San Miguel, estaba unas cuantas horas con nosotros, y después se volvía, deben habar pensado que era una especie de correo que traía noticias, y entonces lo hicieron desaparecer. Además en aquellos tiempos él sufría del corazón, y en una tortura con picana a lo mejor se les murió, y la mejor manera de deshacerse de él sin llamar la atención, era hacerlo desaparecer, como a tantos ¿no?. Así que, ¡pobre viejo!, tenía setenta años ya, había nacido por el año 1900.

H: ¿en la villa ustedes estaban haciendo un lindo trabajo con la gente?
F: no se si lindo, pero por lo menos los queríamos mucho, y ellos también a nosotros.

H: ¿De Mar del Plata a donde los enviaron?
F: vinimos a un retiro espiritual  en San Miguel, hasta que se aclararan las cosas allá,; nuestro Superior pensaba que era una cosa pasajera lo de Plaza.

H: ¿y allí conoció a Angelelli?
F: así es, y recuerdo que una tarde, en una siesta, aparecieron Angelelli y De Nevares, el Obispo de Neuquen; y los tres vinieron a ofrecernos sus Diócesis, para que fuéramos donde quisiéramos, para ir a trabajar.
Y nosotros elegimos La Rioja, por que conocíamos más en ese momento a Angelelli. Pero sobre todo por que ya había Capuchinos en La Rioja, y pensamos “vamos a poder vivir con ellos”, por que lo nuestro es vivir así en fraternidad.
Fue muy hermosa la experiencia de La Rioja, muy linda; y nuestro superior ahí era el Obispo, Angelelli; y él nos mandaba donde quería y estábamos a su disposición para ir a trabajar donde fuéramos necesarios. No teníamos casa, no teníamos nada, así que realmente éramos “Hermanos menores”, lo que sería el ideal, ni casa ni iglesia. Nada.

H: ¿cómo era Angelelli?
F: era verdaderamente un Santo, un Hermano verdadero, sobre todo muy amante de los pobres, comprometido con la causa de los pobres, muy cercano a ellos, los quería de corazón. Y él era verdaderamente pobre también, en su modo de actuar, de vivir, de comer.

H: uno de los pueblos en los que ustedes estuvieron en La Rioja fue Anillaco: un 13 de junio de 1973, ustedes armaron un lindo lío allí, ¿no?
F: fuimos verdaderamente como Hermanos, y la gente nos tomó mucho cariño, pero ese pueblo estaba en manos del hermano mayor de Menem, Amado; él nos recibió aparentemente con mucho cariño cuando llegamos, nos dio una llave de un auto que nos dejaba a entera disposición nuestra, nos dijo: “tienen a disposición ese auto que está en el garage, por que se que necesitan un auto, no pueden atender 14 pueblos, y no lo pueden hacer sin un vehículo, así que usenlo como si fuera de ustedes”; por que la parroquia estaba formada en todo el Departamento de la Costa por catorce pueblitos, que teníamos que atender.

H: ...un caballero
F: Fue muy atento: hasta que después se enojó mucho por que le decíamos lo que creíamos que era la verdad; por que explotaba mucho a sus trabajadores.
El caso más concreto se presentó con una mujer muy humilde pobrecita, que trabajaba en la casa de él, yo estuve en su casa, y verdaderamente era una miseria espantosa en la que vivía.
Ella me contaba que le pagaban tan poco, que no le alcanzaba para mejorar la casa, ni tampoco tenía tiempo para mejorarla, por que tenía que estar todo el tiempo en la casa de Amado Menem; ahí ella hacía de todo, y le pagaban una miseria. Y cuando yo le dije a Amado Menem que sería más justo y más cristiano que le diera lo que merece, él me dice: “ ve Padre, usted no conoce la gente, esa mujer no trabaja en  casa; yo la dejo venir por que ella está contenta, pero no sabe hacer nada, ni lavar un plato, y le doy unos pesos como regalo, pero nada más, porque no trabaja en casa”

H: hacía una obra de caridad...
F: si, pero los curas se reían por que decían que más que enojarse por esto, se había enojado por lo de la señora de él.
Resulta que a poco de llegar, yo visité todas las casa del pueblo, y al final fui a verlo a Amado, por que me parecía mejor hablar primero con la gente, y después con él; estuvimos hablando, y cuando ya estábamos terminando me dice “le voy a presentar a mi señora” y la llama; y en eso viene una chica despampanante, jovencita, y yo le digo “no, me estás tomando el pelo, que va a ser tu señora, debe ser tu hija”, y me dice “no, no Padre, es mi señora”, y los curas bromeando me decían que se había enojado por eso.

H: pero el hecho es que después los tuvo entre ojos, por eso le citábamos el 13 de junio
F: si, ellos dijeron que había sido una pueblada, pero no era cierto, era una cosa organizada por él y por la policía, que incitaron a que nos maldijeran y nos insultaran, y se juntó un grupo de gente.

H: ¿qué fue lo que pasó ese día?
F: Era el día de San Antonio, la fiesta patronal; en esos pueblitos la gente está dispuesta a participar en lo que se haga. Nosotros estábamos preparando con el Padre Jorge que está aquí ahora (en Pompeya); estábamos buscando los cánticos para la procesión, y entretanto se escuchaba por los parlantes las barbaridades que decían del Obispo y de nosotros.
Que éramos Cubanos, Castristas...; fue una cosa muy fuerte alentada por la policía.
Me acuerdo que en un momento rompieron la puerta de una especie de jardín que había, donde estábamos con el Obispo sentados tomando mate, y entró un grupo de gente encabezados por la policía, a enrostrarnos un montón de cosas, y sobre todo a explicarle al Obispo lo que “era ser verdaderamente un Obispo”, y cómo él era “comunista y no Obispo”.
Una Monjita había grabado todo, era impresionante escucharlo después, y el Obispo nos decía: “pobres monjitas lo que tuvieron que escuchar, nunca en su vida imaginaron iban a oír semejantes cosas”; por que había un grupito de Hermanas que habían ido a vivir a Aminga.
A los pocos día de esto que sucedió el 13, se les aparecieron con la intención de violarlas, y ellas se escaparon, pero les quemaron el ranchito, les quemaron la Biblia, y todo lo poco que tenían, que era nada; eran Hermanas de la Asunción, muy buena gente.
También fueron después a una casita en la que vivían dos muchachos, Carlos y Gabriel, del          Movimiento Rural; un movimiento nacional, aunque ellos habían venido de Mendoza, y eran muy amigos del Obispo, y estaban muy de acuerdo con la Pastoral que se estaba llevando.

H: ¿eso pasó el mismo día?
F: al otro día; al día siguiente de lo nuestro fueron por las Hermanitas, y a los muchachos también les quemaron la casa y todo lo que tenían,

H: ¿hubo también una situación con el Padre Virgilio, no?
F: si, era el Párroco anterior. La gente que había armado eso, (la Policía, el Jefe de Correos, el de la estación de servicio, el Médico también), se lo llevaron al Padre Virgilio. En determinado momento, pidieron ellos que saliera a hablar, y el Obispo me pidió que lo acompañara, y yo me puse al lado de él en la puerta de la Iglesia. Empezó a hablar él, y al ratito salieron del grupo este del Jefe de Correo, de Amado Menem y algunos más, que se abalanzaron sobre el Padre Virgilio diciendo: “Padre, tenemos que salvarlo de las garras de estos comunistas”, y se lo llevaron en volantas; y no lo vimos más. Yo recuerdo que les dije: “acuérdense que ustedes son los que se lo llevan al Padre Virgilio, y se les va a morir, lo van a matar”, ya estaba viejito, estaba como yo ahora (Fray Antonio sonríe).

H: ¿pero se supo que pasó con el Padre?
F: murió, al poco tiempo murió, lo soltaron, lo dejaron ir, pero lo tenían en su casa, y terminó muriendo solito, fuera de la Parroquia.
Se que Angelelli, cuando supo que el Padre Virgilio estaba enfermo, ya en Córdoba, lo fue a visitar como para ofrecerle una reconciliación, por que había quedado como si él hubiera promovido todo ese escándalo, y no fue así; por que el pobre se dejó manejar, le faltó decisión para imponerse. Ahí mandaba Amado Menem nada más.

H: ¿la familia de él también?
F: si, pero por sobre todo él, era una cosa muy de Anillaco esa, ellos pusieron a la entrada del pueblo “Anillaco capital de la fe”, por que habían hecho un grupo de adhesión al Padre Virgilio que ase llamaba “Cruzados de la fe”  
 
H: ¿ustedes se van de Anillaco?
F: el Obispo me pidió que me quedara en la Curia, pensando que Carlos Menem que era Gobernador, había prometido que iba a arreglar eso cuanto antes; porque siempre se manifestó como amigo nuestro, él dijo “ellos pueden volver cuando quieran”, y el Obispo pensando que eso era verdad me pidió que me quedara en la Catedral de la ciudad de La Rioja, para luego volver a Anillaco.
Allí estuve con Angelelli un par de años en La Catedral, hasta que vio que era imposible volver allí, y me mandó a Chilecito, a un pueblo vecino que se llama Anguinán, y me establecí allí junto con el Padre Jorge, en una Capilla dependiente de Chilecito, que era una Iglesia de barro, de cuatrocientos años, y en una casita a la que le tuvimos que hacer el techo y arreglarla, por que era de jarilla y barro, así que ahí aprendí a hacer esos techos como los hace la gente del lugar,   

H: ¿a Angelelli lo mataron?
F: lo asesinan, si. Y ahora la Justicia ha reconocido que lo asesinaron. Hace poco fueron condenados por la muerte de Angelelli, Videla, Arguindegui, y Menéndez, este por que era el que estaba al mando y que abarcaba toda la zona, Córdoba-La Rioja.
Está confirmado por la Justicia, no por la Jerarquía (de la Iglesia), que todavía no se han animado a decir eso; me parece que ellos están guardando sus espaldas.

H: ¿por qué lodice?
F: Por que tuvieron gran parte de responsabilidad en la muerte, el asesinato de Angelelli, los Obispos cercanos que no dijeron nada, y lo dejaron solo, y que sabiendo lo que pasaba, ya que Angelelli presentaba todas las cosas en asamblea, y lo dejaron solo pobre “pelado”; yo creo que los Obispos se callan la boca un poco por cobardía, y por que tienen miedo que si se comienza a averiguar y se revuelve la cosa, aparezca la culpabilidad de ellos también, que sería escandaloso,... pero es la verdad.

H: ¿y el Vaticano también?
F: tampoco lo denunció, claro.

H: ¿cómo fue a parar a (la cárcel de) Caseros?
F: si quieren que les diga lo que realmente pienso de ¿por qué me condenaron a veinte años de prisión?, fue por una venganza de los Militares, por que ellos me habían amenazado de muerte si yo volvía a la Plaza de Mayo acompañando a Las Madres, por que desde me enteré de ellas siempre las acompañé; y ahí en Parque Patricios está la señora que me habló por primera vez, Carmen García se llama, vive todavía; que cosa, vieras como fue.
Resulta que ella fue a confesarse y me vio y empezó a llorar desesperadamente: empezó a hablar y a contarme que ella era una de las madres que daba vueltas alrededor de la Plaza de Mayo, reclamando por saber de sus hijos, y que a ella le habían desaparecido a su hijo Juan Carlos un tiempo antes. Me contó como había sido, la violencia con la que entraron en la casa, como se habían preparado para agarrarlo a él; el portero de los departamentos le había dicho que tuvieran cuidado por que venía gente extraña que parecían Militares, preguntando por Juan Carlos.
Y era un chico que estudiaba en la Facultad, muy amante de la justicia, que verdaderamente quería que hubiera igualdad entre todos; me contaba que si él tenía una camisa de más, y encontraba a alguien que no tenía, él se la daba, que vivía generosamente atendiendo a las necesidades de los otros, y que protestaba por las injusticias, ese era su único pecado.

H: se da mucho esa actitud que usted contó de la camisa, en esa generación de jóvenes militantes; en conversaciones con Julio Morresi, el también contaba una situación similar sobre su hijo, y se da en otros casos también.
F: soy muy amigo de Julio.

H: hace poquito le colocamos una baldosa a Norberto en la calle Garro al 3100, fue una ceremonia muy emotiva, y tenemos una linda relación con Julio y su esposa. El nos contaba que Norberto si se cruzaba en la calle con alguien que estaba desarropado se sacaba lo que tenía puesto y se lo daba; esa es una constante en esa generación, por eso eran peligrosos.
F: así es

H: volviendo a su papá, ¿usted supo quien lo secuestró?
F: supimos que eran de las fuerzas represivas por que después del asesinato de Angelelli, aparecieron  en La Rioja con esa carta, diciendo que yo andaba con la subversión.

H: ¿qué le cuestiona a la Jerarquía Eclesiástica con relación a lo sucedido en la última dictadura?
F:  pienso que realmente por su cobardía, y por su ideología, fueron prácticamente cómplices de los Militares. O sea que ellos tienen una buena parte de responsabilidad en todo lo que pasó.
A mi me daba mucha vergüenza, al ir a un acto en una de las reparticiones que hay en la ex ESMA,  una casa a la que le han puesto el nombre de “Patricio Rais”, un sacerdote  que fue desaparecido, y después apareció; él murió ahora.
En esa casa un día nos invitaron a Luis y a mi, era un acto religioso, y yo sentía mucha vergüenza, por que sabía que en eso que se llamaba “Capilla Católica”, dentro de la ESMA, se había alentado a los pilotos de la muerte a seguir con eso, por que era un servicio a la patria el hacer desaparecer gente; yo pensaba, que allí en nombre de Jesucristo se había hecho semejante barbaridad.
Pienso  que es bueno que existan en ese lugar cosas totalmente distintas, que si bien no borran lo anterior, es una especie de reparación, completamente contrario a esos crímenes.

H: algunos sobrevivientes de la ex ESMA, contaron que vieron en los traslados internos a personas con hábitos marrones, y lo asociaban con Franciscanos
F: de hecho, nosotros teníamos dos compañeros, uno era Capellán de la Aeronáutica, y el otro Capellán del Comando en Jefe del Ejército; yo fui a verlos una vez para pedirle a nombre de las Madres de Plaza de Mayo para ver si podían entregarle en mano una carta a Videla, y fui al  Comando en Jefe a hablar con él, y le pregunté: “Daniel, ¿vos podrías entregarle a Videla en mano esto?” y me contestó: “si, si, lo veo todos los días, como no”; y se la entregó. Pero lógico, ellos estaban tan metidos en eso que era inútil ¿no?.yo no leí la carta, pero me imagino que sería una carta muy chocante, como para conmover piedras.

H: ¿qué opina sobre la Desaparición Forzada de Personas y la tortura?: básicamente lo que sucedió en la última dictadura.
F: pienso que es una cosa horrorosa, que viola todos los Derechos humanos de un país, por que además eso se hacía en nombre del Estado; los Militares se habían hecho dueños del poder y eran concientes de lo que hacían.

H: es más, Videla ahora también lo está reivindicando, y reconoce que hubo desaparecidos; ¿qué puede ocurrir en la cabeza de esos hombres para que sigan guardando silencio?
F: es el misterio del corazón humano, por que parece imposible que en una mente y en un corazón humanos, puedan albergarse esos sentimientos de odio y barbaridad que ellos provocaron, por que realmente hicieron cosas espantosas.
Con las mujeres se ensañaron de una manera muy especial y terrible, hasta poner ratas en la vagina, además de violarlas...

H: una bestialidad..., y apropiarse de las criaturas...
F: monstruoso; y yo he oído a Sacerdotes de nuestra Orden que me decían: “yo no sé Antonio como ustedes pueden pensar eso de los Militares, si son tan caballeros, tan atentos, tan educados, ¿cómo van a hacer esa barbaridad de robar niños?, lo único que han hecho, ha sido a esas familias comunistas y ateas, sacarles a los chicos para que no sigan ese camino, y entregarlos a personas de familias educadas, católicas”, ¡que barbaridad, ¿no es cierto?!

H: pensando en estas aberraciones, me vienen a la cabeza imágenes de la represión al copamiento del cuartel de La Tablada. ¿usted fue fundador del MTP (Movimiento Todos por la Patria)?
F: si, un movimiento que tenía unas aspiraciones y orientaciones hermosas, pero que con el hecho de La Tablada, que fue una barbaridad, una locura, producto del militarismo de Gorriarán.
Por que no fue el Movimiento el que produjo lo de La Tablada, sino Gorriarán, que le habló a unos pocos muchachos sin el consenso ni el aval del Movimiento, pero que con eso mataron al Movimiento. Aunque ahora me están llegando decenas de correos electrónicos que no se de donde salen, de parte del Movimiento Todos por la Patria, que sobre todo vienen del norte del país.
Yo creía que el Movimiento había desaparecido, sobre todo después de ese hecho; aunque la intención era buena, ya que trataban de frenar a los Militares que estaban amenazando con otro golpe, según decían, y que a lo mejor es cierto, pero (los militares) tenían mucha fuerza todavía.
De hecho yo fui víctima de ellos; veinte años de cárcel, que se redujeron a diez por que cumplí 70 años, comencé teniendo 60, y cuando cumplí 70 me mandaron automáticamente a prisión domiciliaria, y me mandaron a un Convento de Coghlan.

H: ¿qué edad tiene ahora?
F: ochenta y cuatro, ahora el 13 de junio cumplí ochenta y cuatro.

H: ¿usted piensa que el Movimiento fue infiltrado, como para instalar esa idea de que iba a haber un  intento del golpe?
F: creo que no, que era una cosa bastante generalizada ese pensamiento, ese temor, pero hubo realmente muchas cosas que podían hacer pensar eso.

H: pero para tomar una decisión de ese tipo debió hacer falta algo más que un análisis general.
F: por eso digo, fue una cosa de Gorriarán, que reunió a estos muchachos, y tenía gran poder de convicción con los jóvenes; y fueron allá a jugarse la vida creyendo que hacían un servicio al país.

H: igualmente, la represión y la saña con que actuó el ejército en la represión fue terrible, basta recordar los cuerpos calcinados, los tanques pasando por arriba de ellos, los compañeros que están desaparecidos y que fueron filmados por las cámaras.
F: fue terrible, la represión ahí fue brutal; lo que hicieron con el país, lo repitieron en La Tablada con ese grupito,

H: ¿a usted le habían ocultado la intención del copamiento?
F: si totalmente, yo no sabía absolutamente nada.

H: ¿usted se había manifestado siempre en contra de este tipo de actitudes?.
F: ¡claro!; después, cuando sucedió el hecho, declaré que me había parecido una barbaridad, una locura, una cosa sin sentido. Por que atacar un cuartel con un grupito, y mal armados, por que la mayoría llevaba calibre 22, adquiridas con su documento, para cuidar los locales del Movimiento hacía poco tiempo. No tenían ningún ejercicio militar, ni práctica de lucha armada.

H: por más que fuera buena la intención, era una locura
F: desde el Juicio, siempre lo dije públicamente eso, cuando en alguna ocasión se hizo público eso que yo opinaba, algunos se enojaron muchísimo, por que lo quieren todavía a Gorriarán; y uno de ellos estaba indignadísimo, me dijo  que lo borrara de mi memoria, que no quería saber nunca más nada con migo, por lo que había dicho sobre Gorriarán.

H: pero sería interesante que se reconociera que una acción demostró estar equivocada, su problema no es en particular con Gorriarán
F: yo también le tengo mucho cariño a Gorriarán, pero a pesar de eso, creo que obró muy mal, llevándolos ahí. Pero uno de los compañeros (Feliceti) le dijo al otro (Carlos Monto fue el que se sintió ofendidísimo con mi actitud): “Carlos te has vuelto loco, parece que te hubieras fumado un porro, como decís esas cosas de Antonio, cuando él siempre dijo de un principio ante todos, que él veía eso como una locura”

H: ¿cómo pasó sus años en prisión?
F: fueron muy felices, por que realmente encontré mucho cariño de parte de los compañeros, de parte de los hermanos ladrones; en ese momento habían mandado a “la banda del gordo Valor” con nosotros para que nos hicieran la vida imposible, pensando los Jefes del Penal que iba a haber un enfrentamiento entre los muchachos de La Tablada y la banda del Gordo Valor, nos mandaron a todos juntos de repente; y recuerdo que lo hablamos entre nosotros, y yo les dije:” tenemos que recibirlos como hermanos, son hermanos ladrones; primero son hermanos y después son ladrones”.

H: ¿hermanos ladrones?
F:  era como San Francisco trataba a un grupo de ladrones que fueron a pedir ayuda a un Convento para comer, fue allá por el mil doscientos y pico.
San Francisco no estaba, y los Frailes los echaron de mala forma, criticándoles que ellos trataban mal a la gente y les robaban. Y cuando San Francisco llegó los retó, y les dijo que juntaran todo lo que había comestible en el Convento, “y salgan a buscar a los hermanos ladrones, y donde los encuentren los invitan a cenar juntos, y ponen en el suelo el mantel y les sirven la comida”, y cuenta la leyenda que varios de esos hermanos ladrones pidieron entrar al Convento con los Frailes.

H: los gestos...
F: que convencen más que las palabras ¿no?

H: evidentemente los Jefes Penitenciarios querían que ustedes tuvieran problemas y que se enfrentaran.
F: por que no querían que estuviéramos en Buenos Aires, querían mandarnos lejos, y para eso tenían que encontrar un motivo, y ese motivo para ellos iba a ser un enfrentamiento, una gran pelea entre los muchachos de La Tablada que éramos 16,y la banda del Gordo Valor, lo que iba a ser un escándalo grande, y entonces poder usar eso como motivo para poder alejarnos y mandarnos a Rawson o algún lugar lejano.
Pero no lo lograron por que nos hicimos íntimos amigos de los hermanos ladrones, y ellos venían a nuestra celda a conversar y me decían : “Antonio, de donde sacaste a esta gente tan buena, no conocimos a nadie así (hablando de los muchachos de La Tablada), son pibes buenísimos”.
    
H: y después de la cárcel ¿como siguió su vida?
F: el Juez que estaba a cargo nuestro, le permitió al que era guardián nuestro allá en Santa María de los Ángeles, que nos fuera a buscar a la cárcel, para evitar algo tan llamativo como que un (camión) Celular llegara a las puertas de un Convento, y entonces Luis y otros Sacerdotes nos fueron a buscar a la cárcel.
En ese momento estábamos en Ezeiza, por que los penitenciarios no querían que ningún camión saliera de Caseros, y unos meses antes me mandaron a Ezeiza, a la 19, que era un lugar mas abierto, mas lindo, y ahí me hice amigo enseguida de todos los muchachos, me querían mucho. Como en Caseros, todos me querían, me decían: “ ¿te das cuenta vos, un Cura que está en este lugar?”

H: que lindo escucharlo hablar así, de “los hermanos ladrones”. ¿Y luego lo llevaron al Convento?
F: prisión domiciliaria en el Convento de Santa María de los Ángeles.
Y después me dio un ACV, cuando ya estaba superada la prisión domiciliaria, por que Duhalde terminó con la causa de La Tablada, cuando fue Presidente.

H: ¿y cómo son hoy sus días?
F: escribiendo, viendo televisión, rezando, celebro misa todos los días, si puedo con Luis, que está cerquita de aquí.

H: ¿cómo le gustaría que lo recuerden?
F: creo que me recuerdan con cariño la gente, en general, todos los que veo, excepto los Militares a lo mejor, que todavía me tienen entre ojos.

H: ¿todavía?
F; no tengo ningún testimonio actual,  pero por ejemplo una vez fui a Córdoba, donde yo aprendí a ayudar Misa, y el Párroco que fue alumno mío muchos años, Sebastián, me invitó a que concelebrara con él en el altar.
Después me llegó el comentario que había habido gente que se retiró de la iglesia diciendo que no podía ser que un asesino estuviera celebrando misa con los Capuchinos, en Córdoba, ¡todavía se piensa en eso!.

H: ¿qué mensaje final le gustaría dejar para cerrar este testimonio?
F: ojalá esto sirva, no quisiera ser motivo de escándalo; de que nadie se aleje del camino de la fraternidad por cosas que yo haya hecho equivocadas.
Solamente quiero que llegue a todos ese mensaje de San Francisco “Paz y bien”; en realidad lo desee toda la vida ¿no?