Fray Antonio Puigjané
un "Hermano menor"
Fray Antonio Puigjané es uno de esos
sacerdotes, que empujado por su inmenso amor al prójimo, y a su fe cristiana,
se encontró inmerso en el devenir histórico de nuestro país y nuestro pueblo.
Lo que sigue, es un breve resumen de la vida
de este ser humano especial, que a pesar de los inconvenientes con los que tuvo
que lidiar, sigue apostando a la vida, y al ejemplo de su inspirador San
Francisco de Asís.
Historiadores: Antonio, cuentenos: ¿cómo fue
su niñez?, ¿cómo era su familia?
Fray Antonio: como la de un chico de barrio,
en Córdoba. Tuvimos la desgracia de que papá, cuando nació mi última hermana,
se fue a buscar trabajo y no volvió más. Habíamos quedado en muy mala situación
económica, cinco chicos, mi mamá y él; y él dejó todo lo que tenía, y se fue a
buscar un trabajo para mantenernos, y le fue muy mal; se vino a Buenos Aires, y
no encontró nada. Con esa carga de cinco hijos, ya en ese momento, era difícil
encontrar algo.
Después me relacioné mucho con él, por que
durante todos mis años de estudio, era el único que me visitaba, por que el
resto de la familia no podía venir por razones económicas. Durante los ocho
años de Seminario en O´Higgins, que era donde estudiaba, un pueblito entre Junín y Chacabuco, a 30
kilómetros de cada uno.
H: ¿a que edad decidió abrazar la fe
cristiana?
F: a los once años, estaba por cumplir los
doce
H: ¿qué lo llevó a tomar ese camino?
F: pienso que son cosas que tienen que ver con
la fe, son cosas de Dios, por que yo no entendía nada de lo que era la fe. Mi
deseo antes que ser Franciscano, era el de ser Sacerdote, de hecho en todas las
cartas que me escribió mi mamá durante el seminario, me ponía que le pedía a
Dios que llegara a ser un santo sacerdote. Yo ni pensaba en ser “Hermano
Menor”, eso lo descubrí después de mucho tiempo, a pesar que estaba empeñado en
que fuera con los Capuchinos.
H: ¿por qué los Capuchinos?
F: por
que era Monaguillo en la iglesia del Sagrado Corazón en Córdoba, una iglesia
hermosísima, hecha por León Ferrari, ese artista tan cuestionado.
Yo le escribí algunas cartas, y después nos
hicimos muy amigos con León Ferrari, y él me mandó varios tomos de sus obras, y
la obra de su padre, Augusto Ferrari; dedicado a hacer obras clásicas.
H: ¿ de que tipo?
F: por ejemplo el patio de esta Iglesia (Virgen del Rosario de Nueva Pompeya), un
patio muy popular, donde viene mucha gente, le llaman “el patio de la Virgen”,
y todo hecho por él, lo mismo que el camarín de la Virgen, arriba, hecho por
León Augusto Ferrari.
H: entonces, ¿ por qué eligió ser “Hermano menor”,
y por que Capuchino?
F: es un misterio, calculo por que me
parecieron buena gente, los Frailes Capuchinos que estaban en el “Sagrado
Corazón” de Córdoba.
Mi mamá era maestra en un colegio de
Franciscanos, y cuando se enteraron por ella, que me iban a mandar a un
seminario de los Capuchinos aquí en Buenos Aires, le dijeron: “pero señora es un disparate, si
aquí tiene a la vuelta de su casa un colegio donde nosotros tenemos alumnos, y
nosotros mismos somos “Hermanos menores” Franciscanos, después cuando sea más
grande puede elegir, y pasar a otro, por ahora mándelo aquí con nosotros”. Pero
yo no quise saber nada, me parece que un poco, así humanamente, tenía
incidencia la ilusión de viajar a Buenos Aires; era el año 40, y era toda una
odisea, para un chico venir aquí era algo grandioso, fuera del alcance de un
chico de esa edad.
H: ¿qué vio en San Francisco de Asís que lo
conmovió?
F: no era por nada de eso, yo era muy
ignorante de lo que era ser “Hermano menor”, era por la simpatía por los
“hermanos” que estaban ahí; eran todos Vascos, muy buena gente. Hoy es San
Fermín (7 de julio del 2012,día en que se realizó la entrevista), un día muy
especial para los Vascos; se sueltan los toros que corren por las calles.
H: usted es y fue un activo militante por los
DDHH
F: intenté si hacerlo, pero muy de corazón
H: ¿su papá se halla “desaparecido”?
F: si, fue gracias a las acusaciones de
Monseñor Plaza; que a tres Capuchinos, nos echó de Mar del Plata, de la villa
“Martillo chico”; Marcelo, Jorge y yo. Y papá, que estaba muy triste por eso,
empezó a visitarnos todos los fines de semana en San Miguel, donde teníamos una
casa, con su Iglesia.
Uno de esos fines de semana, salió de su casa
en Caballito, fue a un mercadito a comprar una palta para el almuerzo, y no volvió
nunca más.
Todos los familiares de él, intentaron
averiguar algo, hablaron con los vecinos, pero ninguno decía nada; pero después
de un tiempo, varios vecinos les dijeron que entre cuatro hombres lo habían
metido de golpe adentro de un auto, y habían salido a toda velocidad.
H: ¿eso en que año fue?
F: en el año ´72
H: era el final de la dictadura de Lanusse...
F: si, y tuve la confirmación de que se lo
habían llevado las Fuerzas de Seguridad,
por que cuando lo mataron a Angelelli, fueron del Ejército allá a hablar
con él, y le entregaron una carta mía, a mi papá, que yo sabia que la llevaba
siempre en el bolsillo, por que le gustaba mucho, y siempre la leía, donde yo
le contaba todas las cosas que estaba haciendo Monseñor Antonio Plaza, que
había ido como administrador apostólico a Mar del Plata, y en poco tiempo hizo
un montón de desastres. Entre esos desastres nos echó a nosotros como
subversivos, como perturbadores de la comunidad.
Él era Capellán de la Policía, muy conocido en
ese entonces, y los milicos tuvieron muy en cuenta eso, seguramente a mi padre
lo vigilaban, y al ver que los fines de semana él iba a vernos a San Miguel,
estaba unas cuantas horas con nosotros, y después se volvía, deben habar
pensado que era una especie de correo que traía noticias, y entonces lo
hicieron desaparecer. Además en aquellos tiempos él sufría del corazón, y en
una tortura con picana a lo mejor se les murió, y la mejor manera de deshacerse
de él sin llamar la atención, era hacerlo desaparecer, como a tantos ¿no?. Así
que, ¡pobre viejo!, tenía setenta años ya, había nacido por el año 1900.
H: ¿en la villa ustedes estaban haciendo un
lindo trabajo con la gente?
F: no se si lindo, pero por lo menos los
queríamos mucho, y ellos también a nosotros.
H: ¿De Mar del Plata a donde los enviaron?
F: vinimos a un retiro espiritual en San Miguel, hasta que se aclararan las
cosas allá,; nuestro Superior pensaba que era una cosa pasajera lo de Plaza.
H: ¿y allí conoció a Angelelli?
F: así es, y recuerdo que una tarde, en una
siesta, aparecieron Angelelli y De Nevares, el Obispo de Neuquen; y los tres
vinieron a ofrecernos sus Diócesis, para que fuéramos donde quisiéramos, para
ir a trabajar.
Y nosotros elegimos La Rioja, por que
conocíamos más en ese momento a Angelelli. Pero sobre todo por que ya había
Capuchinos en La Rioja, y pensamos “vamos a poder vivir con ellos”, por que lo
nuestro es vivir así en fraternidad.
Fue muy hermosa la experiencia de La Rioja,
muy linda; y nuestro superior ahí era el Obispo, Angelelli; y él nos mandaba
donde quería y estábamos a su disposición para ir a trabajar donde fuéramos
necesarios. No teníamos casa, no teníamos nada, así que realmente éramos
“Hermanos menores”, lo que sería el ideal, ni casa ni iglesia. Nada.
H: ¿cómo era Angelelli?
F: era verdaderamente un Santo, un Hermano
verdadero, sobre todo muy amante de los pobres, comprometido con la causa de
los pobres, muy cercano a ellos, los quería de corazón. Y él era verdaderamente
pobre también, en su modo de actuar, de vivir, de comer.
H: uno de los pueblos en los que ustedes
estuvieron en La Rioja fue Anillaco: un 13 de junio de 1973, ustedes armaron un
lindo lío allí, ¿no?
F: fuimos verdaderamente como Hermanos, y la
gente nos tomó mucho cariño, pero ese pueblo estaba en manos del hermano mayor
de Menem, Amado; él nos recibió aparentemente con mucho cariño cuando llegamos,
nos dio una llave de un auto que nos dejaba a entera disposición nuestra, nos
dijo: “tienen a disposición ese auto que está en el garage, por que se que
necesitan un auto, no pueden atender 14 pueblos, y no lo pueden hacer sin un
vehículo, así que usenlo como si fuera de ustedes”; por que la parroquia estaba
formada en todo el Departamento de la Costa por catorce pueblitos, que teníamos
que atender.
H: ...un caballero
F: Fue muy atento: hasta que después se enojó
mucho por que le decíamos lo que creíamos que era la verdad; por que explotaba
mucho a sus trabajadores.
El caso más concreto se presentó con una mujer
muy humilde pobrecita, que trabajaba en la casa de él, yo estuve en su casa, y
verdaderamente era una miseria espantosa en la que vivía.
Ella me contaba que le pagaban tan poco, que
no le alcanzaba para mejorar la casa, ni tampoco tenía tiempo para mejorarla,
por que tenía que estar todo el tiempo en la casa de Amado Menem; ahí ella
hacía de todo, y le pagaban una miseria. Y cuando yo le dije a Amado Menem que
sería más justo y más cristiano que le diera lo que merece, él me dice: “ ve
Padre, usted no conoce la gente, esa mujer no trabaja en casa; yo la dejo venir por que ella está
contenta, pero no sabe hacer nada, ni lavar un plato, y le doy unos pesos como
regalo, pero nada más, porque no trabaja en casa”
H: hacía una obra de caridad...
F: si, pero los curas se reían por que decían
que más que enojarse por esto, se había enojado por lo de la señora de él.
Resulta que a poco de llegar, yo visité todas
las casa del pueblo, y al final fui a verlo a Amado, por que me parecía mejor
hablar primero con la gente, y después con él; estuvimos hablando, y cuando ya
estábamos terminando me dice “le voy a presentar a mi señora” y la llama; y en
eso viene una chica despampanante, jovencita, y yo le digo “no, me estás
tomando el pelo, que va a ser tu señora, debe ser tu hija”, y me dice “no, no
Padre, es mi señora”, y los curas bromeando me decían que se había enojado por
eso.
H: pero el hecho es que después los tuvo entre
ojos, por eso le citábamos el 13 de junio
F: si, ellos dijeron que había sido una
pueblada, pero no era cierto, era una cosa organizada por él y por la policía,
que incitaron a que nos maldijeran y nos insultaran, y se juntó un grupo de
gente.
H: ¿qué fue lo que pasó ese día?
F: Era el día de San Antonio, la fiesta
patronal; en esos pueblitos la gente está dispuesta a participar en lo que se
haga. Nosotros estábamos preparando con el Padre Jorge que está aquí ahora (en
Pompeya); estábamos buscando los cánticos para la procesión, y entretanto se
escuchaba por los parlantes las barbaridades que decían del Obispo y de
nosotros.
Que éramos Cubanos, Castristas...; fue una
cosa muy fuerte alentada por la policía.
Me acuerdo que en un momento rompieron la
puerta de una especie de jardín que había, donde estábamos con el Obispo
sentados tomando mate, y entró un grupo de gente encabezados por la policía, a
enrostrarnos un montón de cosas, y sobre todo a explicarle al Obispo lo que
“era ser verdaderamente un Obispo”, y cómo él era “comunista y no Obispo”.
Una Monjita había grabado todo, era
impresionante escucharlo después, y el Obispo nos decía: “pobres monjitas lo
que tuvieron que escuchar, nunca en su vida imaginaron iban a oír semejantes
cosas”; por que había un grupito de Hermanas que habían ido a vivir a Aminga.
A los pocos día de esto que sucedió el 13, se
les aparecieron con la intención de violarlas, y ellas se escaparon, pero les
quemaron el ranchito, les quemaron la Biblia, y todo lo poco que tenían, que
era nada; eran Hermanas de la Asunción, muy buena gente.
También fueron después a una casita en la que
vivían dos muchachos, Carlos y Gabriel, del Movimiento
Rural; un movimiento nacional, aunque ellos habían venido de Mendoza, y eran
muy amigos del Obispo, y estaban muy de acuerdo con la Pastoral que se estaba
llevando.
H: ¿eso pasó el mismo día?
F: al otro día; al día siguiente de lo nuestro
fueron por las Hermanitas, y a los muchachos también les quemaron la casa y
todo lo que tenían,
H: ¿hubo también una situación con el Padre
Virgilio, no?
F: si, era el Párroco anterior. La gente que
había armado eso, (la Policía, el Jefe de Correos, el de la estación de
servicio, el Médico también), se lo llevaron al Padre Virgilio. En determinado
momento, pidieron ellos que saliera a hablar, y el Obispo me pidió que lo
acompañara, y yo me puse al lado de él en la puerta de la Iglesia. Empezó a
hablar él, y al ratito salieron del grupo este del Jefe de Correo, de Amado
Menem y algunos más, que se abalanzaron sobre el Padre Virgilio diciendo:
“Padre, tenemos que salvarlo de las garras de estos comunistas”, y se lo
llevaron en volantas; y no lo vimos más. Yo recuerdo que les dije: “acuérdense
que ustedes son los que se lo llevan al Padre Virgilio, y se les va a morir, lo
van a matar”, ya estaba viejito, estaba como yo ahora (Fray Antonio sonríe).
H: ¿pero se supo que pasó con el Padre?
F: murió, al poco tiempo murió, lo soltaron,
lo dejaron ir, pero lo tenían en su casa, y terminó muriendo solito, fuera de
la Parroquia.
Se que Angelelli, cuando supo que el Padre
Virgilio estaba enfermo, ya en Córdoba, lo fue a visitar como para ofrecerle
una reconciliación, por que había quedado como si él hubiera promovido todo ese
escándalo, y no fue así; por que el pobre se dejó manejar, le faltó decisión
para imponerse. Ahí mandaba Amado Menem nada más.
H: ¿la familia de él también?
F: si, pero por sobre todo él, era una cosa
muy de Anillaco esa, ellos pusieron a la entrada del pueblo “Anillaco capital
de la fe”, por que habían hecho un grupo de adhesión al Padre Virgilio que ase
llamaba “Cruzados de la fe”
H: ¿ustedes se van de Anillaco?
F: el Obispo me pidió que me quedara en la
Curia, pensando que Carlos Menem que era Gobernador, había prometido que iba a
arreglar eso cuanto antes; porque siempre se manifestó como amigo nuestro, él
dijo “ellos pueden volver cuando quieran”, y el Obispo pensando que eso era
verdad me pidió que me quedara en la Catedral de la ciudad de La Rioja, para
luego volver a Anillaco.
Allí estuve con Angelelli un par de años en La
Catedral, hasta que vio que era imposible volver allí, y me mandó a Chilecito,
a un pueblo vecino que se llama Anguinán, y me establecí allí junto con el Padre Jorge, en una Capilla
dependiente de Chilecito, que era una Iglesia de barro, de cuatrocientos años,
y en una casita a la que le tuvimos que hacer el techo y arreglarla, por que
era de jarilla y barro, así que ahí aprendí a hacer esos techos como los hace
la gente del lugar,
H: ¿a Angelelli lo mataron?
F: lo asesinan, si. Y ahora la Justicia ha
reconocido que lo asesinaron. Hace poco fueron condenados por la muerte de
Angelelli, Videla, Arguindegui, y Menéndez, este por que era el que estaba al
mando y que abarcaba toda la zona, Córdoba-La Rioja.
Está confirmado por la Justicia, no por la
Jerarquía (de la Iglesia), que todavía no se han animado a decir eso; me parece
que ellos están guardando sus espaldas.
H: ¿por qué lodice?
F: Por que tuvieron gran parte de
responsabilidad en la muerte, el asesinato de Angelelli, los Obispos cercanos
que no dijeron nada, y lo dejaron solo, y que sabiendo lo que pasaba, ya que
Angelelli presentaba todas las cosas en asamblea, y lo dejaron solo pobre
“pelado”; yo creo que los Obispos se callan la boca un poco por cobardía, y por
que tienen miedo que si se comienza a averiguar y se revuelve la cosa, aparezca
la culpabilidad de ellos también, que sería escandaloso,... pero es la verdad.
H: ¿y el Vaticano también?
F: tampoco lo denunció, claro.
H: ¿cómo fue a parar a (la cárcel de) Caseros?
F: si quieren que les diga lo que realmente
pienso de ¿por qué me condenaron a veinte años de prisión?, fue por una
venganza de los Militares, por que ellos me habían amenazado de muerte si yo
volvía a la Plaza de Mayo acompañando a Las Madres, por que desde me enteré de
ellas siempre las acompañé; y ahí en Parque Patricios está la señora que me
habló por primera vez, Carmen García se llama, vive todavía; que cosa, vieras
como fue.
Resulta que ella fue a confesarse y me vio y
empezó a llorar desesperadamente: empezó a hablar y a contarme que ella era una
de las madres que daba vueltas alrededor de la Plaza de Mayo, reclamando por
saber de sus hijos, y que a ella le habían desaparecido a su hijo Juan Carlos
un tiempo antes. Me contó como había sido, la violencia con la que entraron en
la casa, como se habían preparado para agarrarlo a él; el portero de los
departamentos le había dicho que tuvieran cuidado por que venía gente extraña
que parecían Militares, preguntando por Juan Carlos.
Y era un chico que estudiaba en la Facultad,
muy amante de la justicia, que verdaderamente quería que hubiera igualdad entre
todos; me contaba que si él tenía una camisa de más, y encontraba a alguien que
no tenía, él se la daba, que vivía generosamente atendiendo a las necesidades
de los otros, y que protestaba por las injusticias, ese era su único pecado.
H: se da mucho esa actitud que usted contó de
la camisa, en esa generación de jóvenes militantes; en conversaciones con Julio
Morresi, el también contaba una situación similar sobre su hijo, y se da en
otros casos también.
F: soy muy amigo de Julio.
H: hace poquito le colocamos una baldosa a
Norberto en la calle Garro al 3100, fue una ceremonia muy emotiva, y tenemos
una linda relación con Julio y su esposa. El nos contaba que Norberto si se
cruzaba en la calle con alguien que estaba desarropado se sacaba lo que tenía
puesto y se lo daba; esa es una constante en esa generación, por eso eran
peligrosos.
F: así es
H: volviendo a su papá, ¿usted supo quien lo
secuestró?
F: supimos que eran de las fuerzas represivas
por que después del asesinato de Angelelli, aparecieron en La Rioja con esa carta, diciendo que yo
andaba con la subversión.
H: ¿qué le cuestiona a la Jerarquía
Eclesiástica con relación a lo sucedido en la última dictadura?
F:
pienso que realmente por su cobardía, y por su ideología, fueron
prácticamente cómplices de los Militares. O sea que ellos tienen una buena
parte de responsabilidad en todo lo que pasó.
A mi me daba mucha vergüenza, al ir a un acto
en una de las reparticiones que hay en la ex ESMA, una casa a la que le han puesto el nombre de
“Patricio Rais”, un sacerdote que fue
desaparecido, y después apareció; él murió ahora.
En esa casa un día nos invitaron a Luis y a
mi, era un acto religioso, y yo sentía mucha vergüenza, por que sabía que en
eso que se llamaba “Capilla Católica”, dentro de la ESMA, se había alentado a
los pilotos de la muerte a seguir con eso, por que era un servicio a la patria
el hacer desaparecer gente; yo pensaba, que allí en nombre de Jesucristo se
había hecho semejante barbaridad.
Pienso
que es bueno que existan en ese lugar cosas totalmente distintas, que si
bien no borran lo anterior, es una especie de reparación, completamente
contrario a esos crímenes.
H: algunos sobrevivientes de la ex ESMA,
contaron que vieron en los traslados internos a personas con hábitos marrones,
y lo asociaban con Franciscanos
F: de hecho, nosotros teníamos dos compañeros,
uno era Capellán de la Aeronáutica, y el otro Capellán del Comando en Jefe del
Ejército; yo fui a verlos una vez para pedirle a nombre de las Madres de Plaza
de Mayo para ver si podían entregarle en mano una carta a Videla, y fui al Comando en Jefe a hablar con él, y le
pregunté: “Daniel, ¿vos podrías entregarle a Videla en mano esto?” y me
contestó: “si, si, lo veo todos los días, como no”; y se la entregó. Pero
lógico, ellos estaban tan metidos en eso que era inútil ¿no?.yo no leí la
carta, pero me imagino que sería una carta muy chocante, como para conmover
piedras.
H: ¿qué opina sobre la Desaparición Forzada de
Personas y la tortura?: básicamente lo que sucedió en la última dictadura.
F: pienso que es una cosa horrorosa, que viola
todos los Derechos humanos de un país, por que además eso se hacía en nombre
del Estado; los Militares se habían hecho dueños del poder y eran concientes de
lo que hacían.
H: es más, Videla ahora también lo está
reivindicando, y reconoce que hubo desaparecidos; ¿qué puede ocurrir en la
cabeza de esos hombres para que sigan guardando silencio?
F: es el misterio del corazón humano, por que
parece imposible que en una mente y en un corazón humanos, puedan albergarse
esos sentimientos de odio y barbaridad que ellos provocaron, por que realmente
hicieron cosas espantosas.
Con las mujeres se ensañaron de una manera muy
especial y terrible, hasta poner ratas en la vagina, además de violarlas...
H: una bestialidad..., y apropiarse de las
criaturas...
F: monstruoso; y yo he oído a Sacerdotes de
nuestra Orden que me decían: “yo no sé Antonio como ustedes pueden pensar eso
de los Militares, si son tan caballeros, tan atentos, tan educados, ¿cómo van a
hacer esa barbaridad de robar niños?, lo único que han hecho, ha sido a esas
familias comunistas y ateas, sacarles a los chicos para que no sigan ese
camino, y entregarlos a personas de familias educadas, católicas”, ¡que
barbaridad, ¿no es cierto?!
H: pensando en estas aberraciones, me vienen a
la cabeza imágenes de la represión al copamiento del cuartel de La Tablada.
¿usted fue fundador del MTP (Movimiento Todos por la Patria)?
F: si, un movimiento que tenía unas
aspiraciones y orientaciones hermosas, pero que con el hecho de La Tablada, que
fue una barbaridad, una locura, producto del militarismo de Gorriarán.
Por que no fue el Movimiento el que produjo lo
de La Tablada, sino Gorriarán, que le habló a unos pocos muchachos sin el
consenso ni el aval del Movimiento, pero que con eso mataron al Movimiento.
Aunque ahora me están llegando decenas de correos electrónicos que no se de
donde salen, de parte del Movimiento Todos por la Patria, que sobre todo vienen
del norte del país.
Yo creía que el Movimiento había desaparecido,
sobre todo después de ese hecho; aunque la intención era buena, ya que trataban
de frenar a los Militares que estaban amenazando con otro golpe, según decían,
y que a lo mejor es cierto, pero (los militares) tenían mucha fuerza todavía.
De hecho yo fui víctima de ellos; veinte años
de cárcel, que se redujeron a diez por que cumplí 70 años, comencé teniendo 60,
y cuando cumplí 70 me mandaron automáticamente a prisión domiciliaria, y me
mandaron a un Convento de Coghlan.
H: ¿qué edad tiene ahora?
F: ochenta y cuatro, ahora el 13 de junio
cumplí ochenta y cuatro.
H: ¿usted piensa que el Movimiento fue
infiltrado, como para instalar esa idea de que iba a haber un intento del golpe?
F: creo que no, que era una cosa bastante
generalizada ese pensamiento, ese temor, pero hubo realmente muchas cosas que
podían hacer pensar eso.
H: pero para tomar una decisión de ese tipo
debió hacer falta algo más que un análisis general.
F: por eso digo, fue una cosa de Gorriarán,
que reunió a estos muchachos, y tenía gran poder de convicción con los jóvenes;
y fueron allá a jugarse la vida creyendo que hacían un servicio al país.
H: igualmente, la represión y la saña con que
actuó el ejército en la represión fue terrible, basta recordar los cuerpos
calcinados, los tanques pasando por arriba de ellos, los compañeros que están
desaparecidos y que fueron filmados por las cámaras.
F: fue terrible, la represión ahí fue brutal;
lo que hicieron con el país, lo repitieron en La Tablada con ese grupito,
H: ¿a usted le habían ocultado la intención
del copamiento?
F: si totalmente, yo no sabía absolutamente
nada.
H: ¿usted se había manifestado siempre en
contra de este tipo de actitudes?.
F: ¡claro!; después, cuando sucedió el hecho,
declaré que me había parecido una barbaridad, una locura, una cosa sin sentido.
Por que atacar un cuartel con un grupito, y mal armados, por que la mayoría
llevaba calibre 22, adquiridas con su documento, para cuidar los locales del
Movimiento hacía poco tiempo. No tenían ningún ejercicio militar, ni práctica
de lucha armada.
H: por más que fuera buena la intención, era
una locura
F: desde el Juicio, siempre lo dije
públicamente eso, cuando en alguna ocasión se hizo público eso que yo opinaba,
algunos se enojaron muchísimo, por que lo quieren todavía a Gorriarán; y uno de
ellos estaba indignadísimo, me dijo que
lo borrara de mi memoria, que no quería saber nunca más nada con migo, por lo
que había dicho sobre Gorriarán.
H: pero sería interesante que se reconociera
que una acción demostró estar equivocada, su problema no es en particular con
Gorriarán
F: yo también le tengo mucho cariño a
Gorriarán, pero a pesar de eso, creo que obró muy mal, llevándolos ahí. Pero
uno de los compañeros (Feliceti) le dijo al otro (Carlos Monto fue el que se
sintió ofendidísimo con mi actitud): “Carlos te has vuelto loco, parece que te
hubieras fumado un porro, como decís esas cosas de Antonio, cuando él siempre
dijo de un principio ante todos, que él veía eso como una locura”
H: ¿cómo pasó sus años en prisión?
F: fueron muy felices, por que realmente encontré
mucho cariño de parte de los compañeros, de parte de los hermanos ladrones; en
ese momento habían mandado a “la banda del gordo Valor” con nosotros para que
nos hicieran la vida imposible, pensando los Jefes del Penal que iba a haber un
enfrentamiento entre los muchachos de La Tablada y la banda del Gordo Valor,
nos mandaron a todos juntos de repente; y recuerdo que lo hablamos entre
nosotros, y yo les dije:” tenemos que recibirlos como hermanos, son hermanos
ladrones; primero son hermanos y después son ladrones”.
H: ¿hermanos ladrones?
F: era
como San Francisco trataba a un grupo de ladrones que fueron a pedir ayuda a un
Convento para comer, fue allá por el mil doscientos y pico.
San Francisco no estaba, y los Frailes los
echaron de mala forma, criticándoles que ellos trataban mal a la gente y les
robaban. Y cuando San Francisco llegó los retó, y les dijo que juntaran todo lo
que había comestible en el Convento, “y salgan a buscar a los hermanos
ladrones, y donde los encuentren los invitan a cenar juntos, y ponen en el
suelo el mantel y les sirven la comida”, y cuenta la leyenda que varios de esos
hermanos ladrones pidieron entrar al Convento con los Frailes.
H: los gestos...
F: que convencen más que las palabras ¿no?
H: evidentemente los Jefes Penitenciarios
querían que ustedes tuvieran problemas y que se enfrentaran.
F: por que no querían que estuviéramos en
Buenos Aires, querían mandarnos lejos, y para eso tenían que encontrar un
motivo, y ese motivo para ellos iba a ser un enfrentamiento, una gran pelea
entre los muchachos de La Tablada que éramos 16,y la banda del Gordo Valor, lo
que iba a ser un escándalo grande, y entonces poder usar eso como motivo para
poder alejarnos y mandarnos a Rawson o algún lugar lejano.
Pero no lo lograron por que nos hicimos
íntimos amigos de los hermanos ladrones, y ellos venían a nuestra celda a
conversar y me decían : “Antonio, de donde sacaste a esta gente tan buena, no
conocimos a nadie así (hablando de los muchachos de La Tablada), son pibes
buenísimos”.
H: y después de la cárcel ¿como siguió su
vida?
F: el Juez que estaba a cargo nuestro, le
permitió al que era guardián nuestro allá en Santa María de los Ángeles, que
nos fuera a buscar a la cárcel, para evitar algo tan llamativo como que un
(camión) Celular llegara a las puertas de un Convento, y entonces Luis y otros
Sacerdotes nos fueron a buscar a la cárcel.
En ese momento estábamos en Ezeiza, por que
los penitenciarios no querían que ningún camión saliera de Caseros, y unos
meses antes me mandaron a Ezeiza, a la 19, que era un lugar mas abierto, mas
lindo, y ahí me hice amigo enseguida de todos los muchachos, me querían mucho.
Como en Caseros, todos me querían, me decían: “ ¿te das cuenta vos, un Cura que
está en este lugar?”
H: que lindo escucharlo hablar así, de “los
hermanos ladrones”. ¿Y luego lo llevaron al Convento?
F: prisión domiciliaria en el Convento de
Santa María de los Ángeles.
Y después me dio un ACV, cuando ya estaba
superada la prisión domiciliaria, por que Duhalde terminó con la causa de La
Tablada, cuando fue Presidente.
H: ¿y cómo son hoy sus días?
F: escribiendo, viendo televisión, rezando,
celebro misa todos los días, si puedo con Luis, que está cerquita de aquí.
H: ¿cómo le gustaría que lo recuerden?
F: creo que me recuerdan con cariño la gente,
en general, todos los que veo, excepto los Militares a lo mejor, que todavía me
tienen entre ojos.
H: ¿todavía?
F; no tengo ningún testimonio actual, pero por ejemplo una vez fui a Córdoba, donde
yo aprendí a ayudar Misa, y el Párroco que fue alumno mío muchos años,
Sebastián, me invitó a que concelebrara con él en el altar.
Después me llegó el comentario que había
habido gente que se retiró de la iglesia diciendo que no podía ser que un
asesino estuviera celebrando misa con los Capuchinos, en Córdoba, ¡todavía se
piensa en eso!.
H: ¿qué mensaje final le gustaría dejar para
cerrar este testimonio?
F: ojalá esto sirva, no quisiera ser motivo de
escándalo; de que nadie se aleje del camino de la fraternidad por cosas que yo
haya hecho equivocadas.
Solamente quiero que llegue a todos ese
mensaje de San Francisco “Paz y bien”; en realidad lo desee toda la vida ¿no?